Revancha histórica
Felipe Calderón, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, con todo y lo cuestionado que ha sido desde su toma de posesión, con todo y lo dividido de la votación, a pesar de lo polémico de sus planes para privatizar Petróleos Mexicanos, PEMEX, a pesar de la oposición anunciada, a pesar de todo, ha decidido recorrer el camino de la reforma de las leyes en materia petrolera.
Pretende permitir e incentivar la participación de empresas privadas en diversas fases de la producción, transporte y procesamiento de los hidrocarburos, del petróleo y del gas natural, que tanto orgullo y riqueza han producido en los 40 años que lleva en manos nacionales, desde que el Presidente Constitucional del nacionalismo y de la soberanía Lázaro Cárdenas decidiera expropiarlo de las compañías extranjeras que los explotaban.
Calderón pretende crear jugosas oportunidades de negocios para las petroleras ayer expropiadas, y llevarse algo, puede ser mucho, de lo que ellas siempre han considerado de su propiedad.
Marcha atrás, aunque se diga que es modernización; privatización, aunque se diga que no lo es; inicio de la entrega a Exxon, Shell, Texaco, herederas de El Aguila, de la Mexican Petroleum of California, de la Huasteca, de la Tamiahua, de la Standard Oil.
Privados, todos extranjeros, en lugar de técnicos mexicanos.
Tecnología ajena, comprada, en lugar de tecnología desarrollada por mexicanos.
Exportación de crudo, en lugar de producción para el mercado nacional.
Preocupación por la demanda estadounidense -la mayor del mundo- en lugar de medir, estimar, planear, optimizar la demanda nacional.
Mal, mal y de malas. Calderón y sus allegados, decidieron no oír, no ver, como Salinas de Gortari. Su diagnóstico, salió de la oscuridad; su propuesta -conocida apenas ayer- era absolutamente secreta; nunca hubo, siquiera una filtración, una consulta. El debate, solo existió en nuestras mentes ingenuas. Lo que el grupo en el poder preparó, durante años, solo se vislumbró, por sus propias y escasas revelaciones. Sólo lo esbozaron en forma de mensajes subliminales en su propaganda televisiva. Y sólo cuando el video huérfano se les salió del espacio secreto.
Nadie conoce, la sociedad mexicana no sabe quiénes escribieron la propuesta, la prensa nunca ha revelado de dónde vino tanto trabajo, que lo hay. ¿Será como cuando la reforma eléctrica de Zedillo, que la hicieron los consultores de la Thatcher? ¿Será como cuando Fox, que su propuesta eléctrica la hizo la empresa corrupta Enron? ¿Será que la ausencia de filtraciones, el secreto absoluto, el desconocimiento total, se debiera a que se la hicieron?
Pues ahora, en lugar de debate, lo que habrá, según parece, es enfrentamientos callejeros, crispación, mayoriteo legislativo. De reflexión, de discusión, de debate nacional, nada. De participación de las universidades, de los colegios de profesionales, de otras propuestas, nada. De oportunidades, auto concedidas, para que los mexicanos sigamos administrando nuestros bienes, cero.
La iniciativa de Calderón, más que plan de gobierno, parece revancha histórica; los panistas no perdonan, a nombre de la iglesia, que los mexicanos tengamos a Juárez, no perdonan, a nombre de los encomenderos, la Independencia, ahora, a nombre de las petroleras, no nos perdonan y quieren enmendar la expropiación.
Nosotros, el Observatorio Ciudadano de la Energía, AC, trataremos de estar en el debate, trataremos de que lo haya, convocamos a todos para que se produzca, aunque no hay señas de que vaya a ocurrir. Trataremos de elaborar propuestas, de analizar la iniciativa calderonista, de explicarla con toda claridad; también trataremos, por supuesto, de entender de dónde vino.
Invitamos a los ciudadanos, a toda la sociedad a estar al tanto, a participar, a opinar, ya que el petróleo es nuestro, porque así lo decidimos, porque la generación del 38, nos lo heredó, porque desde entonces nos atrevimos a ser diferentes, porque desde el 18 de marzo de hace 70 años, los mexicanos decidimos nuestro rumbo.
No vamos a permitir, no vamos a ser testigos de piedra, de cómo las petroleras privadas -nacionales o extranjeras- nos quitan lo que es nuestro.
Privatizar, como Calderón lo quiere, como las petroleras internacionales lo añoran, como la derecha mexicana lo busca, no va. De verdad que no va.