Chile en 1973, México en 2008, sufren el asedio de las trasnacionales por sus recursos naturales y por su sistema eléctrico
Este 26 de junio de 2008, se cumplen cien años del natalicio de Salvador Allende, presidente chileno derrocado y muerto durante el golpe de estado de Pinochet.
Es oportuno, aunque doloroso, recordar como el cuartelazo, tuvo su origen en la avaricia de las corporaciones transnacionales, que entonces y allá, buscaban recuperar el cobre, que era de los chilenos, como ahora, acá, buscan recuperar el petróleo, que es de los mexicanos.
Iban por el cobre, que se les escapaba de las manos, también por la soberanía, que Allende había restablecido, los movía el orden imperial amenazado; ya Cuba era demasiado, en Vietnam, ya sentían la derrota.
Nixon, el Bush de entonces, no podía permitir la independencia que los chilenos estaban logrando; las mineras Anaconda y Kennecott, el gigante de las telecomunicaciones International Telephone and Telegraphh, ITT, financiaron a la derecha política y a los medios de comunicación chilenos, para tratar de evitar que el Partido Socialista y la Unidad Popular ganaran las elecciones, y después, sabotearon y presionaron al gobierno legalmente constituido, hasta llegar al extremo de la rebelión militar, la muerte de Allende, la represión generalizada, los miles de asesinados, las torturas.
Es oportuno y doloroso, pero necesario, vernos en ese espejo, de hecho puede ser hasta mal visto desde la perspectiva de la corrección política pero, no escondamos la cabeza en un hoyo de avestruz, los intereses económicos de las grandes compañías internacionales, son parte de la realidad, siempre lo han sido; intervienen en los asuntos políticos de países soberanos, usan su poder económico para corromper individuos, empresarios, políticos y, militares. Por ejemplo, el periódico El Mercurio y el Partido de la Democracia Cristiana, fueron importantes vehículos de la injerencia golpista.
Cuando los primeros intentos de la derecha fallan, cuando a los ojos de los grandes capitales, sus efectos no son suficientes, empujan a sus aliados, títeres del dinero corporativo, a acciones como la de septiembre de 1973 en Chile.
En otras ocasiones, invaden países, usando sus propias fuerzas armadas, como en Irak, Vietnam, Afganistán.
Por último, conviene recordar que la cereza de aquel pastel sangriento fue el sistema de servicio público de electricidad. Lo que en los últimos años del siglo pasado se conoció en todo el mundo como la reforma eléctrica, también llamada desregulación, de la que Gran Bretaña pretende haber sido pionera en tiempos de Margaret Thatcher, realmente empezó en Chile, con el golpe de Pinochet.
Parte de la historia negra del pinochetazo, son los Chicago Boys, aquellos discípulos de Milton Friedmann, jóvenes chilenos de derecha, egresados de la Universidad Católica de Santiago, que fueron a doctorarse en economía a la universidad de Chicago, y que vinieron a convertirse en funcionarios económicos del gabinete del general golpista, y a ejecutar las políticas de Friedmann, destinadas a la recuperación del poder del capital en los países pobres; pues una de sus obras principales fue precisamente la privatización del sector eléctrico chileno, mismo que hasta la fecha, sufre constantemente de escasez de capacidad, con la que las compañías privadas mantienen la presión para subir precios. Solo bastan unas tecleadas tales como “Chile electricidad cortes”, en algún buscador de Internet, para comprobar que el servicio público chileno vive en eterna crisis.
Rendimos homenaje a Salvador Allende en sus cien años de nacimiento.
Aprovechamos para recordar los crímenes del poder imperial norteamericano, de sus empresas internacionales que no reconocen más que sus intereses.
También, nos vemos en aquel espejo, que a pesar de los años y los miles de kilómetros, nos devuelve una imagen nítida, que da miedo, pero que también nos da claridad; los enemigos son poderosos, no tienen escrúpulos, no se detienen. Actuemos en consecuencia, con conocimiento de nuestra realidad, con firmeza, patriotismo, inteligencia y con optimismo.