En su primer mensaje a la nación, el nuevo presidente Enrique Peña Nieto, nos sorprendió con dos asuntos en materia de energía: Primero, no dijo nada de la reforma petrolera de la que había venido hablando a inversionistas extranjeros. La segunda sorpresa fue la llamada Decisión no. 9, la de emprender la construcción de varios trenes de pasajeros, de hecho esta medida parecería ser la primera de una política de racionalización en el consumo energético nacional, seis proyectos, uno por año del sexenio que empieza: uno de México a Querétaro; otro de México a Toluca; un tercero de Yucatán a Quintana Roo; el cuarto, una ampliación del Metro en Monterrey; el quinto, un tren ligero en Guadalajara; y el sexto un tren entre Chalco y La Paz en el estado México.
Nada mal suena el ambicioso proyecto, habrá que tomarle la palabra a Peña Nieto, pedirle que publique los estudios que hicieron posible su Decisión no. 9, revisarlos y hacer que admita opiniones divergentes, imponerle a él y en general al gobierno federal, la supervisión ciudadana, fijar metas, vigilar que se cumplan, exigir transparencia en las licitaciones de las respectivas concesiones.
El tema es sumamente importante, ya que el transporte en tren consume mucho menos de una décima parte de la energía que se usa en el transporte en automóviles individuales, lo que trae consecuentemente una disminución de ese orden en el impacto ambiental por el uso de combustibles, principalmente gasolina y diesel, por otra parte, los beneficios económicos y en calidad de vida a millones de trabajadores que se transportan diariamente, hacen que sea obligado trabajar en ello.
También habrá que lograr la participación ciudadana, de sindicatos, de profesionales y de académicos, para optimizar las rutas, para minimizar los impactos sociales y ambientales derivados de la construcción de vías y estaciones y por último, para asegurar que todos los nuevos trenes sean eléctricos de última generación.
Sostenemos que el transporte es el principal consumidor de energía de este país y que el transporte en automóviles particulares es causa de un altísimo derroche de combustible y que el transporte público padece, en general de anarquía y falta de regulación estatal, por ello nos congratulamos con la buena noticia de que, desde la presidencia de la república se decida afrontar el problema con un plan de transporte masivo.
Llamamos a los ciudadanos, y nosotros desde el Observatorio Ciudadano de la Energía, pretendemos estar a la cabeza, a estudiar el tema, a cuantificar los beneficios que se lograrán por el ahorro de combustibles, principalmente gasolina de autos particulares y de transportes colectivos pequeños, a acotar las emisiones de productos de la combustión, óxidos de carbono, nitrógeno y azufre así como partículas sólidas, a calcular los ahorros económicos y de tiempo de transporte. No pensamos que la propuesta presidencial sea perfecta, pudiera ser que en la lista de las rutas prioritarias, falte alguna, o que los criterios de selección sean revisables, pero también habrá que preguntarse si estas seis rutas son las únicas, si una vez construidas, deban ampliarse, si después de Querétaro habrá que seguirse a León, o a Guadalajara, o a San Luis Potosí, o a Aguascalientes, a todo el país.
En fin, que proponemos como decíamos antes, tomarle la palabra a Peña Nieto, pero también hacer del tema una cuestión ciudadana: apoyar, entender y sobre todo, supervisar el proyecto.