El país va mal, de mal en peor
El país va mal, de mal en peor. La debacle económica mundial, que empezó a finales de 2008, y a la que el presidente Calderón y sus allegados, caracterizan como de origen externo, ha pegado en México, más que en cualquier otro país. Estimaciones de todas partes, lo señalan de manera contundente.
La información del INEGI, publicada por la prensa nacional el 21 de agosto, muestra que el crecimiento del PIB en el segundo trimestre de este año 2009, fue -10.3%. El INEGI en su portal de Internet, muestra que en el primer trimestre, la caída ya había sido de -8%, mientras que en el último trimestre de 2008, fue de -2.3%. Por su parte, la revista The Economist, en su número de agosto 22 de este año 2009, da a nuestro país un pronóstico de crecimiento del PIB para el año en curso, de -7.1%, el último de una lista de 43 países.
Incapacidad generalizada para enfrentar la situación. En el gobierno federal, parecen vivir en otro mundo, negando la realidad y haciendo planes para otras épocas; sus imperativos ideológicos son más importantes que alguna agenda de desarrollo, emergente, que el país necesita. Uno de los temas de mayor interés en cuanto a política económica, es la caída de producción de PEMEX, donde finalmente llegó lo que todos sabíamos, todos menos los funcionarios de los gobiernos federales, este y los anteriores, nos referimos a la declinación al 66% del yacimiento gigante Cantarell y la caída consecuente de los ingresos por venta de crudo.
Desde que tomó posesión Felipe Calderón, inició su campaña mediática para convencernos de las bondades y de la urgencia de su reforma privatizadora; el tesoro del fondo del mar, que las compañías extranjeras tenían que venir a rescatar, era de sus temas favoritos. Otro asunto al que le traían puesto el ojo, era el de las refinerías, que Calderón y su equipo querían privatizar. Ya llevamos medio sexenio, y en lugar de aplicarse a administrar la petrolera nacional y a pesar de que ya hay una reforma legal y administrativa a PEMEX, el gobierno federal sigue sin querer, o sin poder, iniciar la reestructuración de nuestra petrolera.
Craso error, porque de ahí proviene, provenía, la mayor parte de los ingresos de la Secretaría de Hacienda, y por otra parte, aún más importante, PEMEX produce insumos para la economía nacional que si no son suficientes, tienen que ser importados, como lo es el diesel y la gasolina, cuya importación empezará a declinar, solo cuando se inicie la operación de la nueva refinería.
El daño económico, no sólo visto como ingresos fiscales, que son importantes, sino como el equilibrio que debe haber entre ingresos y egresos nacionales, es enorme. Una de las fuentes principales del desbalance, es precisamente la importación de gasolina y diesel, misma que se puede disminuir con nuevas capacidades locales de refinación mencionadas y con optimización de las refinerías existentes. Esto se sabe desde hace varios sexenios, sin embargo, ya estamos en el tercer año de este, y lo único que ha producido el gobierno federal, son comunicados de prensa, confusiones y pleitos entre estados.
Otras prioridades y más incapacidad. La prioridad visible del actual presidente, lo que él llama el combate al crimen, es más bien una zona de desastre, humanitario, político y por supuesto, económico. El resultado de esta guerra presidencial es el aumento de la violencia, miles de muertos por año: 12,500 en lo que va del sexenio (El Universal junio 2009), desaparición del estado de derecho, proliferación de bandas de delincuentes, violación sistemática, y aparentemente intencional, de las garantías constitucionales por el ejército, la marina y los órganos policiacos y, por si fuera poco, el Poder Judicial, al margen de sus funciones constitucionales.
Habría que exigir el apego al marco legal vigente que consiste en que debe ser el Poder Ejecutivo Federal, a través de su Ministerio Público, MP, o sea la Procuraduría General de la República, PGR, quienes integren las averiguaciones previas, en base a la investigación sistemática de los delitos y la identificación de los probables responsables. Una vez que esto suceda, el MP debe recurrir al Poder Judicial de la Federación, a un juez, quien deberá evaluar si hay bases para aceptar la aseveración del MP en cuanto a la existencia de delitos y si el señalamiento del probable responsable, es sólido. Hasta entonces, el juez debe emitir órdenes de aprehensión, y cuando tenga detenido al probable responsable, dictar el auto de formal prisión. Se ve sencillo, pero no se hace. Parece ingenuo invocar los procedimientos legales, pero uno de los orígenes de la actual crisis de violencia, es precisamente el debilitamiento del orden legal.
Esa explicación que pretende dar Calderón cuando señala que se trata de una situación extraordinaria, es ingenua. Existen experiencias en otros países en el manejo de violencia extrema y generalizada como la que vivimos.
Kofi Annan, Secretario General de las Naciones Unidas a principios del 2005, afirmó: «No disfrutaremos del desarrollo sin seguridad, no disfrutaremos de la seguridad sin desarrollo y no tendremos ninguno sin respeto por los derechos humanos. A menos que todas esas causas avancen, ninguna triunfará.»
Colofón. Seguramente, cuando los Estados Unidos de Norteamérica salgan de la crisis, algo empezará a moverse en nuestra economía, aunque con retraso como en otras ocasiones. Sin embargo, cada día habrá menos ingresos petroleros, también habrá más importaciones de diesel y gasolina; así como no hay planes para enfrentar la crisis actual, tampoco los hay para retomar el crecimiento.
Con los recortes al Presupuesto de Egresos de la Federación, hechos sobre la marcha, habrá menos obras públicas, menos calidad en los servicios de salud, y algo especialmente grave, menos recursos para la educación y a la cultura.
Esto referido a los temas económicos, en cuanto a la seguridad, no se ve otra salida más que la de su empeoramiento. La lógica de la demanda de drogas, tanto del extranjero, como del consumo local, seguirá siendo determinante en la motivación a la producción y transporte y el triángulo dorado propuesto por Kofi Annan, seguirá brillando por su ausencia, porque no hay vías para el desarrollo.
No queda otra salida que la acción ciudadana, independiente del gobierno, diferenciada de los partidos electorales, con exigencias ciudadanas, con nuevas ideas, nuevas formas de organización, con propuestas individuales, colectivas, de barrio, y por supuesto nacionales, viables y concretas para enfrentar la crisis.
Como Observatorio Ciudadano de la Energía, estamos por la discusión y formulación de propuestas, pero no solo de política energética nacional global, de largo alcance, también de solución de problemas pequeños, domésticos, que aparecen cotidianamente y que esta crisis agrava.
Creemos que así debiéramos organizarnos, para discutir y poner en práctica, propuestas sobre salud, educación, producción, cuidado del medio ambiente.
Es la buena cara que creemos hay que darle al mal tiempo.