Por: Víctor Rodríguez-Padilla
En discursos oficiales Pemex es toda una celebridad. Se le presenta como el organismo público que surgió de un acto de soberanía -la expropiación petrolera de 1938-, icono del nacionalismo, orgullo y prestigio de México, base fundacional del país, pieza clave del desarrollo, objeto de gloria, laureles, aclamaciones y aplausos. En la vida real ya casi nadie cree en Pemex, ni adentro ni afuera del organismo.
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