La propuesta que el Partido de Acción Nacional, PAN, ha presentado en estos últimos días, y que hasta donde se sabe tiene grandes coincidencias con lo que ha venido preparando la presidencia de Enrique Peña Nieto, muestra sin lugar a dudas, que los políticos de este partido desprecian el interés nacional y privilegian los intereses privados; muestran la voracidad sin límite del capital por ellos representado.
Por lo que se refiere a materia petrolera, el PAN busca que todos los nuevos desarrollos petroleros se hagan por privados, no en forma de asociaciones, tampoco en forma de contratos de servicios, no, lo que el PAN propone, son concesiones, o sea, la forma más depredadora de explotación de los recursos naturales de un país; la misma forma que se da en la explotación minera, que no deja prácticamente nada a la Nación.
El pan también propone abrir demás áreas reservadas al Estado, tales como refinación, transporte de hidrocarburos, distribución y venta al consumidor. Cuando cualquier mexicano que se precie de serlo, quiere reducir la dependencia de gasolinas importadas, el PAN quiere que esta sea definitiva; cuando los mexicanos sentimos orgullo por tener una compañía nacional que es la única que vende combustibles al público, los panistas sueñan con tener a las grandes petroleras mundiales vendiendo sus productos en estaciones de servicio al autotransporte.
La propuesta del partido de la derecha mexicana habla de promover la competencia, también dice que el petróleo seguirá siendo de los mexicanos e insiste en que la reforma por ellos planteada, no es privatizadora. Muchas falsedades en muy poco espacio: por ejemplo, atribuir la virtud de la libre competencia a los monstruos petroleros mundiales, es realmente un cuento; decir que el petróleo, que ahora es nuestro, seguirá siendo de los mexicanos, es otra falacia que no engaña a nadie; por último, decir que quieren meternos a empresas privadas y querer convencernos de que eso no es privatización, es ya demasiado.
Pero la propuesta del PAN no termina en petróleo, tal parece que echaron a volar su imaginación e hicieron un ejercicio que iría por el siguiente rumbo: “si queremos todo en petróleo, debiéramos también aspirar a todo en electricidad. Así, aunque parezca una broma, los empresarios representados por el Partido de Acción Nacional, también han encargado en su banquete que piensan darse, al servicio público de electricidad, representado este por la Comisión Federal de Electricidad, CFE.
En esta materia también hablan de querer impulsar la competencia y para ello piensan en crear, artificialmente, un mercado eléctrico formado por varias subdivisiones de lo que ahora es CFE. Después de este acto de creación, vendrían nuevas compañías, privadas por supuesto, a competir con las particiones de la CFE, las que en los planes panistas, seguramente quebrarían en muy poco tiempo.
Los inventos panistas en materia eléctrica son una segunda versión de lo que la presidencia de Zedillo presentó en 1999, misma que fue rotundamente dictaminada en contra por el Senado unos años después; o sea que nos quieren meter a un capítulo ya cerrado de nuestra historia económica, política y tecnológica reciente, mismo que fue cerrado con toda propiedad. Piensan que nos van a vencer, convencer, por cansancio.
Pues los ciudadanos tenemos la palabra. Tanto como consumidores, que nos vemos enfrentados a la voracidad del capital, también como simples mexicanos que nos vemos asediados por empresas privadas, casi todas extranjeras, por último como trabajadores de las empresas del sector energético, ese que existe por mandato constitucional, todos tenemos que dar la cara, ejercer nuestro derecho a la autodefensa, rescatar el espíritu patriótico de nuestras decisiones en materia económica, de energía y de recursos naturales y refrendar las decisiones que en su momento hemos tomado como nación independiente.
Ciertamente tenemos que asumir que existen amplias oportunidades de mejora en lo que tenemos y habremos de exigir que tanto Pemex como la CFE, sean operadas con eficacia, honestidad, transparencia y en función de los mejores intereses nacionales, pero de ahí a permitir que los tiburones internacionales de la energía, hagan presa de nosotros, hay una enorme distancia.