Gasolineras privadas 1938-2016. Setenta y ocho años después.
Amira Huelgas M. / Jorge N. Arvizu L.
De acuerdo con Adolfo Gilly, en el texto “Aquel 18 de marzo de 1938”, extraído de su libro El cardenismo, una utopía mexicana y publicado en La Jornada, el viernes 18 de marzo Cárdenas anotó en sus Apuntes estas pocas líneas:
En el acuerdo colectivo celebrado hoy a las 20 horas comuniqué al Gabinete que se aplicará la ley de expropiación a los bienes de las compañías petroleras por su actitud rebelde, habiendo sido aprobada la decisión del Ejecutivo Federal.
A las 22 horas di a conocer por radio a toda la Nación el paso dado por el Gobierno en defensa de su soberanía, reintegrando a su dominio la riqueza petrolera que el capital imperialista ha venido aprovechando para mantener al país dentro de una situación humillante.
En los días subsecuentes al 18 de marzo de 1938, los periódicos de circulación nacional publicaban titulares en grandes letras rojas como “Expropiación de la Industria petrolera, el General Cárdenas habla a la nación”, El Universal; “Trascendental determinación del Gobierno Federal, expropiación de la industria petrolera, se paralizaron hoy los trabajos en todos los campos petroleros”, La Prensa.
78 años después los diarios nacionales tiene noticias muy diferentes: “Adelanta Peña Nieto la libre importación de gasolina y diésel”, La Jornada; “Extranjeras se alistan para vender gasolina en el país”, El Sol de México; “Adelantan libre importación de gasolinas”, El Economista.
La abismal diferencia que separa al México de finales de la década de los años treinta con el país en el que vivimos hoy en día viene acompañada de la Reforma Energética y el final de una era marcada por la petrolera estatal Pemex. En 1938, Reino Unido rompió relaciones con México; los Países Bajos y Estados Unidos decretaron un embargo comercial y retiraron a todo su personal técnico, este último también dejó de adquirir petróleo y plata mexicanos, ahora, la situación ha dado un giro de 180 grados, pues fue en ese mismo país, específicamente en Houston, Texas –frente a los empresarios que serán beneficiados por la reforma– que el presidente Peña Nieto declaró que cualquier empresa (con los permisos correspondientes) podrá importar diésel y gasolina hacia México.
Esta apertura al capital privado, especialmente al de las grandes transnacionales, promete según el discurso oficial mercados energéticos abiertos y competitivos en beneficio de los consumidores, como se presume hacen otros países; además, asegura modernización, competitividad y mayor eficiencia, frente a la falta de recursos para inversión, falta de tecnología, situaciones de corrupción, caída de la producción petrolera y el riesgo inminente de volvernos importadores de crudo[1].
La contraparte de esta realidad es que la Reforma Energética permite abrir a través de asignaciones, contratos, permisos y concesiones, todas las áreas y actividades del sector energético a los intereses de la iniciativa privada, la ley de Hidrocarburos busca maximizar la producción, provocando la sobrexplotación de los recursos nacionales para beneficiar a aquellas empresas que tengan la posibilidad de comenzar sus operaciones en el país, y que obtendrán ganancias desde el pozo petrolero hasta la bomba de gasolina. Expresado de otra manera, en palabras del Mtro. Eliezer Morales Aragón, “se han abierto las puertas de par en par de nuestros recursos naturales no renovables a la voracidad de los monstruosos complejos oligopólicos transnacionales”.
La aparición de gasolineras privadas será el primer síntoma visible de la inminente sustitución de Pemex por los nuevos operadores, la paraestatal será incapaz de seguir el ritmo de la competencia voraz de las empresas extranjeras.
Rocío Vargas, quien forma parte del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM, México, enlista las posibles consecuencias negativas de la liberación del mercado de hidrocarburos:
- Los nuevos reguladores servirán más para colocar y facilitar las inversiones extranjeras, que para “regular” (como ha ocurrido hasta la actualidad).
- Habrá una creciente dependencia industrial, tecnológica y comercial.
- Reducción drástica del aporte fiscal de Pemex y CFE al erario, compensado con mayor deuda pública y mayores impuestos para los mexicanos.
- Convertir a México en un enclave exportador de hidrocarburos de la industria petrolera de Estados Unidos (con alguna participación de empresas mexicanas).
- Posible agotamiento acelerado de reservas. Menos probable el desarrollo de la industria de refinación.
En lugar de esperar que las empresas privadas beneficien de manera directa la economía del país es necesario impulsar el desarrollo de empresas nacionales que generen y acrecienten la cadena de valor –efecto multiplicador– derivada de la producción encadenada de bienes de capital, insumos y servicios requeridos por la industria energética. Sin embargo, a partir de junio o julio, la empresa estadounidense Gulf espera abrir sus primeras cuatro estaciones de servicio, y su meta es cerrar el año con 100 unidades; su plan de negocio incluye operar hasta 2,000 gasolineras en tres años y abarcar el 25 % del mercado en México.
Otras empresas transnacionales que buscarán un lugar en el país son Shell, Texaco, Exxon Mobile y Chevron; Fomento Económico Mexicano (Femsa-principal embotellador de Coca-Cola), prevé adquirir las gasolineras que ya funcionan desde hace años como OXXO Gas.
[1] Rocío Vargas, “La Reforma Energética: a 20 años del TLCAN”, Revista Problemas del Desarrollo, 180 (46), enero-marzo 2015.
Imágen de presentación tomada de: http://www.merca20.com/oxxo-ahora-vendera-gasolina-oxxo-gas-nombre-la-nueva-marca/