El presidente de México, Enrique Peña Nieto, se encuentra en su peor momento, junto con su partido, el PRI y sus aliados, mayores como el PVEM y PANAL y menores, como el PRD y PAN y con ello, por supuesto que arrastra a todo el país. Y no es para menos, todo lo que ha salido de sus ya cuatro años de gestión, ha resultado en males para la nación, de todos tipos y en todos los campos, como se esboza en la siguiente relación:
- La extracción de petróleo crudo y la producción de gasolina y petrolíferos de Pemex, se han desplomado, por la acción saboteadora del gobierno, y con ello, los ingresos para la hacienda mexicana; en este mismo tema, para compensar la falta de producción de gasolina, se importa cada vez más este producto, lo que significa forzosamente, fuga de divisas.
- Los precios de la misma se han mantenido injustificadamente altos, hasta ahora en beneficio de los ingresos de hacienda, lo que va a cambiar radicalmente, cuando entren las gasolineras privadas a vender gasolina cara en México, a partir de gasolina barata que se importa, con lo que el beneficio recaudatorio, cambiará de rumbo: ya no irá a hacienda, ahora se convertirá en ganancias privadas y en pérdida de ingresos públicos.
- El servicio público de electricidad que la CFE ha venido proporcionando, se encuentra en un riesgo, nunca antes visto, tanto por la falta de presupuesto para mantenimiento de sus equipos, como por la salida masiva de trabajadores experimentados, el inicio del desmembramiento de la empresa y la amenaza de la llegada de nuevos actores privados.
- Las tarifas de electricidad por cierto, bajaron primero y han empezado a subir después, pero solo por efecto de las variaciones de los precios internacionales de los combustibles, cosa que la presidencia quiso hacer pasar en su momento, como resultado benéfico de la reforma.
- Por último, los trabajadores de la CFE se encuentran abatidos porque, con la complicidad de su sindicato, su contrato colectivo fue destrozado.
- La inseguridad campea en todo el país, los asesinatos, desapariciones forzadas, secuestros, asaltos, se disparan sin que haya ninguna autoridad que pueda remediarlo.
- La reforma educativa, dictada por las cúpulas empresariales, convirtió la Constitución en un Reglamento de Trabajo y Sanciones, que ha fracasado como sistema de educación nacional y que tiene a los profesores de varios estados de la república en estado de rebelión.
- Las represiones, asesinatos y la saña contra los movimientos políticos populares y de oposición, se han multiplicado por todo el territorio nacional.
- La falta de respeto a los derechos humanos, tanto de opositores políticos como de presuntos delincuentes, se encuentra en el máximo nivel de en decenios, evidentemente por encima de lo que se vivió en 1968.
- Las grandes ciudades, principalmente la capital nacional, sufren de contaminación ambiental por la falta de planeación y construcción de sistemas de transporte colectivo, problema que como los otros mencionados, no tiene visos de solución.
- La corrupción florece, empieza en la casa presidencial, que no sale de un escándalo cuando entra en otro y si el presidente abusa, sus allegados también, de manera que varios gobernadores, en funciones o ya fuera de ellas, de Coahuila, Nuevo León, Chihuahua, Veracruz, Quintana Roo, Sonora, se encuentran en medio de sendos escándalos relacionados con abuso de poder y enriquecimiento a costa del erario, todo en medio de una parálisis de la justicia y el despliegue de un manto de protección e impunidad.
Los pésimos resultados de la gestión del actual gobierno federal, han producido descrédito e impopularidad, tanto del presidente mismo, como de su partido y aliados y a pesar de ello, Peña sigue acumulando puntos en contra, como cuando después de haber fingido arrepentimiento y pedido perdón por el asunto de la llamada casa blanca que un contratista le regaló, sale a la luz pública otra casa, también relacionada con contratistas, ahora en Miami. Y como si de rosario interminable se tratara, llegó la investigación periodística que encontró que el señor, hizo fraude para obtener su título profesional.
Desgraciadamente, la tragedia que padecemos los mexicanos con este encargado del Poder Ejecutivo, no acaba, y así el 31 de agosto pasado, Peña Nieto produjo la unanimidad más amplia que este país ha visto en su historia. Con la invitación a Donald Trump, el vociferante candidato a la presidencia norteamericana, que ha desarrollado su campaña a partir de un odio racista y ofensivo en contra de los inmigrantes mexicanos, ha logrado que millones de mexicanos, de todas las clases sociales, de todas las tendencias políticas, periodistas, políticos, empresarios, de todas las ciudades de la nación, hayamos protestado, contra él y contra Trump.
El fenómeno masivo que se vio en la red social llamada Twitter, donde millones de usuarios se unieron en una sola voz, en un solo “tuit”, es no sólo un hito de la historia reciente de México, también lo es de las redes sociales mismas. Hashtags cómo #SrTrumpConTodoRespeto y #TrumpenMexico, tuvieron millones de mensajes durante varias horas; todos protestando, en tonos nada amables, por cierto.
La pregunta que vuela entre la sociedad, que más bien es una confirmación, va en el sentido de que no hay talento en el gobierno federal, pero no sólo eso, no hay información, no hay responsabilidad, no hay representatividad. Y aquí es donde empieza una reflexión obligada: Si con esas habilidades y tacto, se planearon los pactos, las llamadas reformas estructurales, solo estamos confirmando lo que ya habíamos concluido: el rumbo de la nación está en manos, no solo de entreguistas y corruptos, también se trata de grados no imaginados de ineptitud simple.
Más nos vale que estemos preparados para los relevos, no solamente se va a tratar de enmendar las reformas estructurales, seguramente también de organizar las consultas populares correspondientes; no solo se tratará de preparar la derrota electoral del PRI y sus aliados; no solo pues, de atender lo obvio, que es enorme. También se trata de que el actual gobierno y sus relaciones de poder, sus pactos, algunos formales surgidos de nuestro marco legal, otros de ocasión, que todo el andamiaje del poder y de la representación popular nacional, se desplome.
Ya no es cuestión de cuanta presión ejerza la oposición o los movimientos populares, lo que el affaire Trump nos ha traído, es la evidencia de que el presidente y/o sus asesores y colaboradores, no tienen las capacidades necesarias para conducir los destinos nacionales, ya lo podíamos haber concluido antes, pero ahora, esta realidad es dolorosamente evidente. A ello que habrá que aplicarse.