Por: Salvador González Briceño
12 Octubre 2009
Mala señal para la sociedad, en por lo menos dos asuntos que le pegan directamente al bienestar familiar, y a las condiciones de vida de por sí tan deterioradas de los mexicanos. Con el sabadazo orquestado por el gobierno de Felipe Calderón contra la Compañía de Luz y Fuerza del Centro (LyFC), se viene un alza en los precios de las tarifas eléctricas y, adicionalmente, la imposición de la nueva Ley Federal del Trabajo. Con todo y el mensaje presidencial de que el servicio eléctrico no se privatiza, de ninguna manera; ni en el Centro del país ni en ninguna otra parte. Eso para no calentar los ánimos, por ahora, y que nadie rechace la toma de instalaciones.
Y no es prematuro decirlo. Por un lado, simplemente se han creado las condiciones para la privatización de LyFC, porque detrás están los fuertes intereses de empresas españolas ávidas de obtener beneficios con la prestación del servicio -más lo que se deriva del uso del cableado de fibra óptica que tendieron los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) en buena parte del Valle de México- y el desarrollo de las telecomunicaciones.
Por el otro, se pretende dejar de lado la oposición sindical -especialmente del liderazgo que al interior representa Martín Esparza- a la imposición de la ley Lozano y calderonista, del Trabajo, para regular las relaciones laborales bajo nuevas reglas, atentatorias todas de las conquistas históricas de los trabajadores del país.
Y la ocupación ocurrió, como los ladrones que entran a robar, durante la noche del sábado. Luego la operación siguió todo el domingo. Eso incluye la justificación con la publicación del decreto de Calderónque extingue el organismo descentralizado Luz y Fuerza del Centro, y el mensaje a la nación de las 9 de la noche. Todo para liquidar una compañía de luz, con acciones nocturnas. Y, como para que nadie se percate, después de todo un festejo: el triunfo pírrico de una selección de futbol contra un equipo de bajo perfil.
En otras palabras. Ante la falta de razones del gobierno de Calderón, el uso de la fuerza. Al viejo estilo de cualquier gobierno de facto, como el reciente presidente espurio Roberto Micheletti, de Honduras, quien sin legitimidad arremete contra todo lo que se mueve. Ni siquiera como el quiñazo de Carlos Salinas, por allá en enero de 1989, porque aquél le interesaba descabezar a los petroleros por los desafíos y negocios turbios de Joaquín Hernández Galicia, La Quina, más no acabarlos como sucede ahora. Es decir, el golpe de ahora de FCH es todavía peor.
No hace falta tanto análisis para ver que empresas extranjeras, especialmente españolas, andan tras todos aquellos jugosos negocios en México y en el resto de Latinoamérica. Así como en el sector financiero le están ganando la carrera a Estados Unidos, en materia de penetración regional, el pacto entre las derechas de España y de México que representa el ala radical de El Yunque en el PAN, comprende negocios como el eléctrico que es altamente rentable. Tan sólo véase el tema de los bancos, la elevada presencia de españoles de este lado del Atlántico. Las fuertes ganancias que le están redituando a la madre patria, en este periodo de reconquista que alientan los panistas con Calderón a la cabeza.
Y de paso, beneficiar a los empresarios que desde los tiempos de Vicente Fox están presionando para que el gobierno les ayude a sacudir la Ley Federal del Trabajo vigente. No lo pudo Carlos Abascal en los tiempos de Fox, ahora lo persiguen todavía. Para eso llegó Javier Lozano a la STPS. Recuérdese que Calderón lo hizo titular del Trabajo el 1 de diciembre de 2006. Y Lozano ha intentado imponer su Ley, pero la principal oposición ha estado en los sindicatos. Pero no en el de los petroleros, o en el SNTE de Elba Esther, sino en aquellos independientes como el SME o los universitarios. Y a esos se pretende descabezar para desarticular.
A la mano se puso el SME, con las irregularidades durante la sucesión del liderazgo de Esparza. Se le negó la toma de nota y con ello la legitimidad. ¿Cómo no se ha hecho lo mismo con la dirigente de los maestros? O contra el líder del STPRM, Carlos Romero Deschamps. No. La cadena se rompe por el eslabón más débil. Y para el gobierno, y para Lozano, Martin Esparza se puso a modo. Ahora, de toda la sociedad depende la defensa de LyFC y del SME.
Porque descabezados los sindicatos, vienen las reformas estructurales neoliberales, como la tan demandada reforma laboral. Para eso sirve el sabadazo de Calderón. Para que la prestación del servicio de luz pase a manos privadas, por un lado, y para que cambien las condiciones de trabajo de los trabajadores del país a favor de los ricos empresarios. Principalmente de los mandamás que gobiernan a los presidentes del PAN, Vicente Fox y Calderón. Las justificaciones y los pretextos sobran. Como está de más la zanahoria que ofrece Gobernación de que se liquidará bien a los trabajadores de LyFC.
El golpe está dado, pero las consecuencias de sus acciones todavía son impredecibles para el actual gobierno. La sociedad, cada vez más burlada, ya no aguanta más. ¿Hasta dónde se estirará la liga? Mala señal, la de Felipe Calderón.
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