Por: José Luis Apodaca
Recientemente el ex presidente de Brasil Lula de Silva afirmó que México no debe tener miedo de asociarse con la iniciativa privada para el desarrollo de su sector energético. Durante su ponencia en la 74 Convención Bancaria, el ex mandatario propuso una alianza entre Petróleos Mexicanos (Pemex) y Petrobras, pues ambas petroleras tienen sinergias que pueden impulsar el negocio en la región.
Durante su gobierno el ex presidente Lula logró desligarse del modelo económico neoliberal impuesto por los Estados Unidos, y ejerció un presupuesto de inversiones de 300 miles de millones de dólares destinados a infraestructura básica, con un 54% para el sector energético (Petróleo, gas natural, electricidad y combustibles renovables), 34% para infraestructura social y urbana (luz para todos, saneamiento básico, construcción de casas, Metro), y 12% para comunicaciones y transporte (Carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, hidrovias y marina mercante). Es así como consiguió en los últimos años de su gobierno un crecimiento anual de los más altos del mundo (entre 4 y 6%), la clase media subió de 32 millones a poco más de 100 millones, el sector en condiciones de pobreza extrema se redujo a solo un tercio de la que existía, 600 mil familias se asentaron en la agricultura, llegaron inversionistas de todas partes del mundo y Brasil se convirtió en una de las naciones más ricas del mundo siendo incluido en el G-7[1][1].
Contrariamente a Brasil, México ha seguido una política de total dependencia y aplicación estricta del modelo neoliberal. En los últimos diez años la estrategia del gobierno federal para PEMEX ha sido de aniquilamiento de la paraestatal:
• Le sustrajo cinco billones de pesos de los ocho que obtuvo de ingresos por ventas, y le dejó recursos solamente para mal operar la empresa. • Contrató deuda a 20 años por 1.3 billones de pesos para atender las inversiones requeridas para incrementar la extracción de crudo, mediante el muy caro esquema pidiregas que aplica una tasa anual de descuento superior al 10% en dólares. • Importó petrolíferos por 22 miles de millones de dólares, monto suficiente para haber cubierto la inversión en dos refinerías de alta tecnología, con capacidad para procesar cada una 300 miles de barriles diarios de crudo. Se hubiese activado la economía interna, el empleo y la captación de impuestos. • Designó como directores de la paraestatal a funcionarios que creen que su principal objetivo es privatizar la industria petrolera, y desconocen cómo administrar eficazmente esta macro empresa. Esta falta de dirección ha propiciado un mayor paternalismo sindical que impide el aprovechamiento de 140,000 trabajadores.
México cuya carga tributaria es del 11% del PIB (a diferencia de Brasil que supera un 30% de su PIB), ha dedicado en la última década más de 500 miles de millones de dólares generados por PEMEX a financiar el incremento en gasto burocrático del gobierno federal. No invertimos en infraestructura y propiciamos un crecimiento de la economía menor del 2%, expulsión de 10 millones de mexicanos por falta de empleo y 50 millones que viven un cierto grado de pobreza (de los cuales 25 millones en extrema pobreza).
Me parece que el consejo del ex presidente Lula, debió enfocarse a invitar a los mexicanos a dejar atrás el modelo neoliberal que amenaza con destruir a muy corto plazo nuestro país, porque Pemex genera más riqueza para los mexicanos que Petrobras para los brasileños.
Monterrey N.L. 10 de abril de 2011.
Ing. José Luis Apodaca Villarreal, Ingeniero Mecánico Electricista egresado de la UANL y con Maestría en Administración para la Calidad de la UDEM. Jubilado como Gerente General Divisional de Comisión Federal de Electricidad después de laborar 32 años en diferentes áreas de esta empresa. En los últimos años ha sido maestro universitario, asesor en el Congreso y Cámaras de Industria, microempresario y consultor en las áreas de calidad y ahorro de energía, y analista en aspectos nacionales de energéticos. Es miembro fundador del Observatorio Ciudadano de la Energía, A.C., y de la Fundación SESGO y no pertenece a ningún partido político.