Conforme pasan los días desde la aprobación de los cambios constitucionales en materia de petróleo y electricidad que el Congreso mexicano produjo al vapor, se confirman las conclusiones en el sentido de que esta reforma se hizo a la medida de los intereses del capital, lo que de manera irremediable trae daños a la economía nacional, por una parte, y a la independencia energética por otra.
México se ha vuelto popular entre los empresarios extranjeros, los gobiernos de sus países y sus medios de comunicación. Ya Peña es estrella de las portadas de revistas internacionales, lo llaman salvador, su oficina está llena de solicitudes de visitas de presidentes, urgidos por las empresas de sus países a que vengan a terminar de allanar el camino para sus inversiones.
Los efectos de tal popularidad son, todos, negativos para los mexicanos. Los ingresos que la hacienda mexicana ha venido obteniendo por la venta de petróleo de Pemex, no pueden sino disminuir. Las plazas de trabajo con las que Pemex beneficia a los mexicanos, van a disminuir. La importación de petrolíferos va a aumentar. El volumen de operación de Pemex, sobre todo en refinerías, va a disminuir drásticamente.
Es muy probable que en el futuro cercano, empecemos a ver estaciones de servicio que ofrezcan gasolina importada y que con ello desaparezca uno de los símbolos de independencia nacional que tenemos desde que Pemex desarrolló el sistema de suministro de petrolíferos. Es también probable que ese sistema sufra colapsos y que conozcamos lo que es la escasez y el acaparamiento de gasolina y diésel, algo que no ha sucedido en México en decenios.
Las empresas petroleras que vendrán a sustituir a Pemex, merced a esta reforma que PAN, PRI y partidos comparsas aprobaron, no acostumbran pagar impuestos, que es lo que quedará en el país por las concesiones que ahora se permitirán; tampoco son conocidas por generar rendimientos altos a sus socios, que es lo que el gobierno mexicano obtendrá si celebra con ellas contratos de utilidad compartida. Esta es la razón por la que Peña es tan admirado fuera de México: el objetivo principal de la reforma, que fue cambiar de destino los recursos del petróleo mexicano, los tiene muy satisfechos.
En materia de electricidad, algunos de los mayores consumidores que son las grandes empresas industriales, podrán obtener energía de menor costo que la que la CFE ofrece, ello a través de contratos bilaterales, privados, con generadores de bajo costo, pero con ello se agravarán las condiciones de alto costo del sistema general de suministro. Este resultado puede darse en plazos cortos, ya que toda la infraestructura necesaria para hacerlo, existe, se construyó con recursos nacionales que ahora serán puestos al servicio de unos cuantos, en detrimento del interés de la mayoría.
En suma que este terreno los objetivos de beneficiar al gran capital, también se cumplirán: ahorros en la cuenta eléctrica para los grandes consumidores industriales, pero sobre todo, ingresos millonarios para los generadores, algunos que actualmente son productores externos de la CFE y otros que lleguen a aprovechar las ventajas de la infraestructura ya construida de gasoductos y líneas de transmisión, en primer término y de nuevas reglas totalmente favorables al efecto de incrementar sus ganancias.
En cuanto a la operación en sí del sistema eléctrico, esta se hará por el mismo Centro Nacional de Control de Energía, CENACE, que ahora dejará de ser parte de CFE, tal vez con otro nombre, y que además de la parte técnica, organizará un supuesto sistema de competencia en el área de generación. Hay experiencias en otras latitudes, en las que el mercado y la tan mencionada competencia en generación, han traído, no solo aumentos de precios al consumidor, sino colapsos del suministro.
El desarrollo de los contratos bilaterales con grandes consumidores mencionado antes, hará que el mercado resultante pierda volumen y que las grandes empresas de proveedores y de consumidores de electricidad, estarán a salvo de las fluctuaciones del mercado, mientras que los consumidores pequeños y principalmente los 30 millones de consumidores domésticos, son los que estarán a merced del vaivén del mercado recién inventado. ¿Bajarán así las tarifas para ciudadanos y empresas pequeñas?
De igual forma que existe un gran riesgo de que el sistema de suministro de petrolíferos que con tanta eficacia desarrolló Pemex hasta la fecha, existe una gran probabilidad de que el sistema eléctrico se colapse, ya que para empezar, la obligación estatal del servicio, que existía en la propia Constitución, ahora ha desaparecido. Conforme se avance en la implementación de las reformas, los consumidores de electricidad quedaremos inermes frente a las fuerzas de la naturaleza, las que tan eficientemente ha sorteado la CFE, y de los caprichos del flamante mercado que nos han diseñado diputados y senadores por indicaciones de empresas interesadas en nuestro dinero.
De nuestra movilización dependerá que esta catástrofe se revierta…