Las petroleras interesadas en recuperar el petróleo mexicano siguen ordenando al gobierno federal, en manos del PRI y a su aliado el PAN, que avancen en su proyecto de recuperación del petróleo mexicano, que allá por 1938 les arrebatara Lázaro Cárdenas.
Senadores y funcionarios del gobierno, así como partidos de derecha y partidos fachada, además de periodistas y académicos, todos modernos lacayos del capital, han planeado la utilización del Congreso de la Unión para modificar nuestra Carta Magna y permitir que los ingresos de la venta de petróleo, gas y otros productos petrolíferos, dejen de entrar a la hacienda mexicana y pasen a formar parte de los ingresos y ganancias de empresas petroleras internacionales. No se trata de nada más que eso.
La propaganda a favor de la reforma, que es lo mismo que decir de los intereses petroleros, habla de creación de empleos, de disminución de precios de electricidad y de gasolina. Lo cierto es que los precios no bajarán, no al menos por las reformas, los empleos se van a crear en las empresas extranjeras y se despedirían miles de trabajadores de Pemex y de CFE.
Las petroleras, patrones de los políticos que promueven el atraco, planean adueñarse de decenas de miles de millones de dólares, que como decíamos, ahora figurarán en sus contabilidades. Pero no solo eso, las reservas de petróleo del subsuelo mexicano, también aparecerían en sus estados de resultados.
Por si la riqueza petrolera fuera poco PRI y PAN también planean conseguir para sus patrones una jugosa participación en el Servicio Público de Electricidad, mismo que existe por mandato constitucional y que sostiene la Comisión Federal de Electricidad. En esta materia, el gobierno planea “abrir un mercado”, el PAN es más directo, quiere entregar todo a privados.
La exposición de las propuestas empezó el 4 de diciembre y estos entreguistas planean continuar en los siguientes días, hasta aprobar, sin hacer caso de las múltiples críticas, a más tardar durante la próxima semana. Ni siquiera el cerco que Morena ha puesto al Senado, parece arredrarlos.
Este atraco pretende llevar a México al 17 de marzo de 1938, un día antes de la expropiación, o más aún, a antes de la revolución cuando las compañías extraían petróleo sin pagar nada por ello.
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