Mal empieza el año para los mexicanos, si apenas en el primer mes de este 2018, el aumento en el precio de las gasolinas es de 9%. Y lo peor, ahora se trata de gasolineros minoristas privados que hacen el negocio de su vida en México, antes dueño de su petróleo.
Pero además, las refinerías, en donde se debería producir la gasolina, el diésel y otros productos del petróleo, siguen a la baja, con menos de 50% de su capacidad en servicio.
Ambos fenómenos benefician a petroleras extranjeras, las mismas que ordenaron a Peña Nieto, al PAN y al PRD, los del infame Pacto por México, que destrozaran la constitución, para recuperar lo que les fue arrebatado en la expropiación de 1938.
Ya no cabe duda que los autores de la reforma petrolera, son traidores a México.
Según información oficial, importamos más de 600,000 barriles diarios de gasolina y más de 250,000 de diésel. El precio de la gasolina en refinería norteamericana es de más de 100 US$ por barril; el del diésel es de más de 120. Así que hay más de 60 millones de dólares diarios, por concepto de importación de gasolina y más de 30 por concepto de diésel. O sea que tenemos más de 90 millones de dólares diarios que salen de nuestros bolsillos y caen en los balances de exitosas petroleras extranjeras.
¿Dónde están los trabajadores petroleros?
¿Dónde los ciudadanos, que además somos consumidores, para parar esta sangría?